jueves, 31 de marzo de 2011

Kilian Jornet: "Poner el cuerpo al límite me hace llegar a lo más hondo"


De niño, vivía con mis padres y mi hermana en el refugio de montaña de Cap del Rec. Nuestros padres eran y aún son unos entusiastas de la montaña, así fue que a los 5 años ya llevábamos unos cuantos 3.000, como el Aneto, el Posets… a los 10 la travesía del Pirineo integral y algunos 4.000…

Aquí os dejo la entrevista que le hace el  periódico "La Vanguardia" a Kilian Jornet, un portento de la Naturaleza. Con sus 23 años ya es 4 veces Campeón del Mundo de Skyrunning (carreras de montaña). 
   
Un reto cada vez mayor?
Sí, porque las carreras no las valoro por las victorias.

¿?
Dentro de 40 años no voy a acordarme de si llegué el primero o el segundo. Me acordaré de las emociones que he sentido y que son muy distintas según el reto. Imagine lo que se puede sentir dando la vuelta al lago Tahoe, en California, 280 km, 38 horas corriendo...

Mmmm, imposible.
Estás muy fatigado, pero todo se intensifica: los olores de la tierra, la luz. Llegas a tener alucinaciones y sentir emociones más fuertes en tu imaginación que en la realidad.

¿A qué se refiere?
En la Diagonal de los Locos, travesía de la isla de la Reunión, 24 horas de carrera, me puse a llorar a 20 kilómetros de la meta: iba tan cansado que para distraerme imaginé lo que sentiría al cruzar la línea. Ganar fue menos emocionante.

Es usted un explorador de sí mismo.
Sí, poner el cuerpo al límite me hace llegar a lo más hondo de mí mismo. En la montaña aprendes que eres muy pequeño, una piedrecilla que baja o una tormenta te pueden eliminar del mapa, y eso me hace relativizar mucho las cosas y entender lo que es importante: ¿Para qué me sirve el deporte? ¿Para ganar dinero?, ¿para ser conocido?...

Entre otras cosas, ¿no?
Lo único que queda son las vivencias y las cosas que has sentido. Saber que puedo correr 1.000 metros de desnivel en 30 minutos en un mundo en que los transportes te pueden llevar a una velocidad tremenda no sirve de mucho. Pero sí me sirve para conocerme, saber mis límites, mis recursos, mi capacidad de sacrificio, de asumir los errores.

Es usted más de una pieza que muchos cincuentones.
A veces me he equivocado de camino, pero he aprendido que no sirve de nada lamentarse: tendré que asumir el error y recuperar ese tiempo perdido en la carrera.

¿Se le pasa por la cabeza abandonar?
Sí, la noche antes de una carrera mientras vas hablando con un compañero de cosas banales, vas pensando en todas las posibles excusas, algunas de lo más locas, para no correr. Es una manera de quitarte presión.

¿También imagina la derrota?
Cuando sales a entrenar imaginas la victoria, pero a medida que se acerca la carrera imaginas cómo te vas a sentir tú y la gente que te ha apoyado si pierdes.

¿Se fija en la cara de los contrincantes?
Sí, veo en los ojos de los demás si están fuertes. Pero acabas conociendo más a los corredores por sus piernas y sus culos que por las caras, porque es lo que ves cuando corres.

¿Qué significa ganar?
Conseguir un sueño, pero llegar el primero no siempre es ganar: si tú ya sabes que vas a ganar, esa no será una victoria porque no te aporta nada. Se gana contra uno mismo.

...
A veces al cruzar la meta sientes rabia; otras, amor por todos los que han estado a tu alrededor; otras, orgullo o felicidad pura, y es entonces cuando te pones a llorar. Pero una vez has sentido una emoción así quieres volver a sentirla. Es como el amor: cada vez quieres más y más a menudo.

¿Cuál es la reacción más sorprendente que ha visto cruzando una meta?
Uno cruzó la meta y se quedó más de dos horas sentado en el suelo, absorto, ido.

¿En qué piensa durante esas carreras de 40 horas?
En lo mismo que pensaría si estuviera sentado, en lo que tienes que hacer la próxima semana o cualquier cosa que te distraiga. Conocemos perfectamente nuestro cuerpo, pero no sabemos nada de nuestro cerebro, y te puede jugar muy malas pasadas.

¿De qué tipo?
De repente sientes ganas de abandonar. A veces a mitad de carrera no puedes más y, sin embargo, al final te encuentras con mucha más fuerza; o escuchas en tu cabeza una y otra vez el mismo estribillo, como me ocurrió en la vuelta al lago Tahoe: ¡cinco horas con las mismas dos frases!

38 horas de carrera sin dormir, ¿qué pasa cuando llega la noche?
Sólo ves tus pies, lo que ilumina el frontal, y escuchas tu respiración. Entras en unas espirales de concentración que ponen tu mente en estados muy frágiles. Hay gente que ha alucinado con que los árboles le atacaban, yo alguna vez he oído voces, pero era consciente de que era mi mente.

¿Y no pasa miedo?
Sí, por cuestiones físicas, a veces corres junto a un precipicio y sabes que si resbalas te matas. Pero superarlo es una explosión de adrenalina. El deporte nos lleva a intentar controlarlo todo y las incógnitas nos dan miedo, pero sin miedo no hay emoción.

¿Cuántas veces se ha preguntado por qué corre?
Muchísimas, y me lo sigo preguntando. Probablemente corro para encontrar la respuesta. Crecí en un refugio de alta montaña, un pico en el que hacían noche los excursionistas, así que el patio de casa era la montaña.

Entiendo.
La montaña es algo que necesito para sentirme seguro y vivo. Levantarme por la mañana, ver kilómetros de bosque, que el viento me dé en la cara...

¿Qué es para usted lo fundamental?
La felicidad. Para ser feliz debo ver felices a las personas que me rodean. Y debo disfrutar de lo que hago.
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LA FISIOLOGÍA DE KILIAN:

Nombre: Kilian Jornet Burgada
Edad: 23 años.
Altura: 171cm
Peso: 56kg (un peso ligerísimo)
Grasa corporal: 8% (típico valor de un atleta de élite mundial)
VO2 Max (consumo máximo de Oxígeno): 85 ml /kg/min (poca gente en el mundo tiene esta capacidad para transportar y metabolizar tanto oxigeno)
Capacidad Pulmonar: 5,3 litros (parámetro de una persona normal)
Frecuencia cardiaca máxima: 203 ppm
Frecuencia cardiaca en reposo: 36 ppm
Umbral Anaeróbico: 190 ppm (umbral bastante cercano a sus pulsaciones máximas)




martes, 22 de marzo de 2011

martes, 15 de marzo de 2011

EsOs LoCoS QuE CoRrEn!!




Esos locos que corren Yo los conozco. Los he visto muchas veces. Son raros. Algunos salen temprano a la mañana y se empeñan en ganarle al sol. Otros se insolan al mediodía, se cansan a la tarde o intentan que no los atropelle un camión por la noche. Están locos. En verano corren, trotan, transpiran, se deshidratan y finalmente se cansan... sólo para disfrutar del descanso. En invierno se tapan, se abrigan, se quejan, se enfrían, se resfrían y dejan que la lluvia les moje la cara. Yo los he visto. Pasan rápido por la rambla, despacio entre los árboles, serpentean caminos de tierra, trepan cuestas empedradas, trotan en la banquina de una carretera perdida, esquivan olas en la playa, cruzan puentes de madera, pisan hojas secas, suben cerros, saltan charcos, atraviesan parques, se molestan con los autos que no frenan, disparan de un perro y corren, corren y corren. Escuchan música que acompaña el ritmo de sus piernas, escuchan a los horneros y a las gaviotas, escuchan sus latidos y su propia respiración, miran hacia delante, miran sus pies, huelen el viento que pasó por los eucaliptos, la brisa que salió de los naranjos, respiran el aire que llega de los pinos y entreparan cuando pasan frente a los jazmines.

Yo los he visto. No están bien de la cabeza. Usan championes con aire y zapatillas de marca, corren descalzos o gastan calzados. Traspiran camisetas, calzan gorras y miden una y otra vez su propio tiempo. Están tratando de ganarle a alguien. Trotan con el cuerpo flojo, pasan a la del perro blanco, pican después de la columna, buscan una canilla para refrescarse... y siguen. Se inscriben en todas las carreras... pero no ganan ninguna. Empiezan a correrla en la noche anterior, sueñan que trotan y a la mañana se levantan como niños en Día de Reyes. Han preparado la ropa que descansa sobre una silla, como lo hacían en su infancia en víspera de vacaciones. El día antes de la carrera comen pastas y no toman alcohol, pero se premian con descaro y con asado apenas termina la competencia. Nunca pude calcularles la edad pero seguramente tienen entre 15 y 85 años. Son hombres y mujeres.

No están bien. Se anotan en carreras de ocho o diez kilómetros y antes de empezar saben que no podrán ganar aunque falten todos los demás. Estrenan ansiedad en cada salida y unos minutos antes de la largada necesitan ir al baño. Ajustan su cronómetro y tratan de ubicar a los cuatro o cinco a los que hay que ganarles. Son sus referencias de carrera: 'Cinco que corren parecido a mí'. Ganarle a uno solo de ellos será suficiente para dormir a la noche con una sonrisa. Disfrutan cuando pasan a otro corredor... pero lo alientan, le dicen que falta poco y le piden que no afloje. Preguntan por el puesto de hidratación y se enojan porque no aparece. Están locos, ellos saben que en sus casas tienen el agua que quieran, sin esperar que se la entregue un niño que levanta un vaso cuando pasan. Se quejan del sol que los mata o de la lluvia que no los deja ver. Están mal, ellos saben que allí cerca está la sombra de un sauce o el resguardo de un alero. No las preparan... pero tienen todas las excusas para el momento en que llegan a la meta. No las preparan...son parte de ellos.

El viento en contra, no corría una gota de aire, el calzado nuevo, el circuito mal medido, los que largan caminando adelante y no te dejan pasar, el cumpleaños que fuimos anoche, la llaga en el pie derecho de la costura de la media nueva, la rodilla que me volvió a traicionar, arranqué demasiado rápido, no dieron agua, al llegar iba a picar pero no quise. Disfrutan al largar, disfrutan al correr y cuando llegan disfrutan de levantar los brazos porque dicen que lo han conseguido. ¡Qué ganaron una vez más! No se dieron cuenta de que apenas si perdieron con un centenar o un millar de personas... pero insisten con que volvieron a ganar. Son raros. Se inventan una meta en cada carrera. Se ganan a sí mismos, a los que insisten en mirarlos desde la vereda, a los que los miran por televisión y a los que ni siquiera saben que hay locos que corren. Les tiemblan las manos cuando se pinchan la ropa al colocarse el número, simplemente por que no están bien.

Los he visto pasar. Les duelen las piernas, se acalambran, les cuesta respirar, tienen puntadas en el costado... pero siguen. A medida que avanzan en la carrera los músculos sufren más y más, la cara se les desfigura, la transpiración corre por sus caras, las puntadas empiezan a repetirse y dos kilómetros antes de la llegada comienzan a preguntarse que están haciendo allí. ¿Por qué no ser uno de los cuerdos que aplauden desde la vereda? Están locos. Yo los conozco bien. Cuando llegan se abrazan de su mujer o de su esposo que disimulan a puro amor la transpiración en su cara y en su cuerpo. Los esperan sus hijos y hasta algún nieto o algún abuelo les pega un grito solidario cuando atraviesan la meta. Llevan un cartel en la frente que apaga y prende que dice 'Llegué –Tarea Cumplida'. Apenas llegan toman agua y se mojan la cabeza, se tiran en el pasto a reponerse pero se paran enseguida porque lo saludan los que llegaron antes. Se vuelven a tirar y otra vez se paran porque van a saludar a los que llegan después que ellos. Intentan tirar una pared con las dos manos, suben su pierna desde el tobillo, abrazan a otro loco que llega más transpirado que ellos.

Los he visto muchas veces. Están mal de la cabeza. Miran con cariño y sin lástima al que llega diez minutos después, respetan al último y al penúltimo porque dicen que son respetados por el primero y por el segundo. Disfrutan de los aplausos aunque vengan cerrando la marcha ganándole solamente a la ambulancia o al tipo de la moto. Se agrupan por equipos y viajan 200 kilómetros para correr 10. Compran todas las fotos que les sacan y no advierten que son iguales a las de la carrera anterior. Cuelgan sus medallas en lugares de la casa en que la visita pueda verlas y tengan que preguntar. Están mal. -Esta es del mes pasado- dicen tratando de usar su tono más humilde. –Esta es la primera que gané- dicen omitiendo informar que esa se la entregaban a todos, incluyendo al que llegaba último y al inspector de tránsito. Dos días después de la carrera ya están tempranito saltando charcos, subiendo cordones, braceando rítmicamente, saludando ciclistas, golpeando las palmas de las manos de los colegas que se cruzan. Dicen que pocas personas por estos tiempos son capaces de estar solos -consigo mismo- una hora por día.

Dicen que los pescadores, los nadadores y algunos más. Dicen que la gente no se banca tanto silencio. Dicen que ellos lo disfrutan. Dicen que proyectan y hacen balances, que se arrepienten y se congratulan, se cuestionan, preparan sus días mientras corren y conversan sin miedos con ellos mismos. Dicen que el resto busca excusas para estar siempre acompañado. Están mal de la cabeza. Yo los he visto. Algunos solo caminan... pero un día... cuando nadie los mira, se animan y trotan un poquito. En unos meses empezarán a transformarse y quedarán tan locos como ellos. Estiran, se miran, giran, respiran, suspiran y se tiran. Pican, frenan y vuelven a picar. Me parece que quieren ganarle a la muerte. Ellos dicen que quieren ganarle a la vida. Están completamente locos.

Marciano Durán - Escritor Uruguayo

miércoles, 9 de marzo de 2011

1/2 MARATON TUDELA 20/02/2011 (Iñako)


CRÓNICA: I. HERNÁNDEZ
FOTOGRAFÍA: CIRCUITO SOLO RUNNERS  



Que pasa, chicos y chicas. Aquí ando, DÁNDOLE a la escritura. Os voy a comentar un poquito las ZENZACIONES de la II Media Maratón de Tudela "Ciudad de la Verdura". En una mañana calurosa para la práctica del running me dirigo con mi padre hacia Tudela para volver a competir "OTRA VEZ".   Después de calentar sobre las once menos veinte y con un poquito de retraso, nos dirigimos los 630 participantes hacia la aventura de los 21.097 metros del "ala". Con 13º de temperatura, con el dorsal 244, camiseta del XOTA y un solazo imponente. Esto va a empezar.   Salgo regulando, a 5´ el kilómetro, algún segundo más rápido, pero con un ritmo cómodo. Por el kilómetro 6 pasé en 29´40", los 2 siguientes perdí algún segundín pero ahí andaba, kilómetro 8 y 40´. A todo esto me junté con un "mocete" que me contaba que hacía unos días se había caído en paracaídas y tenia la pierna más morada de lo que tengo yo las espinillas. Los corredores me fueron pasando hasta el kilómetro 5-6 pero yo seguía a mi ritmo. "IMPORTANTE, no volverse loco que queda mucho, gatuflo" me decía yo. Por el kilómetro 9 estaba mi familia( María,Viki, su hijo Javier y Aroa animándome y sacando alguna fotiko).   Hasta el kilómetro 15, la carrera seguía igual, mi ritmo seguía igual pero la gente ya empezaba a acusar el esfuerzo y el gato reservón, les empezaba a enseñar las congas. Sobre el 15 me tomé un gel y me crecí un poco, no mucho porque la historia no estaba ya para muchos crecimientos, con mi padre alentándome.   Sobre el kilómetro 18 me junte con un chavalote que conocí en los entrenos de la Roncesvalles-Zubiri y allí estuvimos compartiendo un poco de charluki. Ya quedando kilómetro y medio andaba otro chavalote andando y con un uno de esos gritos caracteristicos mios le arengue y saco alguna fuerza, que siempre queda . Ya quedaba medio kilometro y mi tiempo iba para bajar de 1h 45´ pero alguno me puso un par de repechos que me hicieron perder algo de tiempo. Ya al final estaban mi madre, mi padre, Maria, Viki, Javier y Aroa arengandome cuando intenté sacar algo de fuerzas y se me subieron los gemelos, pero ya estaba llegando y se termino la carrera como se pudo.   Al final, posición 443 con un tiempo de 1h 45´ 09" de los 558 que terminaron la carrera  que esta muy bien acabar una media maratón. ÁNIMO A TODOS Y TODAS Y HASTA LA PRÓXIMA CITA.

ARAITZ-BETELU 23/01/2011 (Iñako)



CRÓNICA: I.HERNÁNDEZ
FOTOGRAFÍA: R. ESNAOLA
 
Hemos empezado la carrera con la anécdota de que llevábamos los tres primeros dorsales Lourdes el 1, Juan el 2 y Yo el 3 (por comentarlo): De la carrera tampoco hay mucho que comentar, hemos ido bastante cómodos Juan y Yo. Por lo que respecta a Lourdes, ha sufrido un poquito mas, pero ha acabado bastante bien, es una campeona. Del trazado de la prueba comentar que son dos vueltas de 4 kilómetros, las cuales los 2 primeros kilómetros son por un bosque con un paisaje muy bonito y los otros 2 kilómetros por asfalto, donde se contemplan unas paisajes preciosos. Me da al ojo que los tres korrikolaris lo hemos pasado muy bien y posiblemente el año que viene volveremos, seguramente con mas compañía. Animo campeones y hasta la próxima cita. Por cierto, nuestras posiciones han sido la 266 de Lourdes, la 267 de Juan y la 268 mía de los 273 participantes que acabaron la prueba.